Mariana Quintana – El Dolor de dos hombres
Una Vida Para Servir: Para ella no había personas malas, sino que siempre tenía una justificación para perdonarlo todo. Era la persona conciliadora entre todos los conflictos que se presentaban en la familia. Fue como una madre para todo la comunidad de La Atravesada, El Choco, donde vivió gran parte de su vida. La gente la reconocía como enfermera porque era comadrona, inyectaba, y prácticamente fue la madrina de toda la comunidad.
Mariana Quintana Santana quien todo lo hacía sin cobrar un centavo, durante toda su vida fue ama de casa y fiel devota de la Virgen María. Nacida en el 1930, sus progenitores fueron Marcelo Quintana y Mariana Santana de Quintana, ambos procedentes de Cuba.
A la edad de 28 años, siendo una esbelta dama de tez blanca, de sonrisa sincera y con la madurez apropiada, contrajo matrimonio con José Antonio Ciriaco de la Cruz (Papi) (1958) con quien procreó cuatro hijos en los primeros años de su eterna unión. Dos de sus hijos, incluyendo la única hembra fallecieron a muy corta.
A la falta de una hija criaron como suya a Ana Miriam Díaz quien compartió junto a sus hermanos todas las responsabilidades de la casa. En la actualidad, José de 53 años se dedica a la crianza de ganado y a la política y Adalberto de 52 a la ganadería y porcicultura. Todos realizaron estudios universitarios.
Después de una corta enfermedad, a la edad de 82 años de edad y 54 de matrimonio sucedió lo inevitable, Mariana Quintana se fue a los brazos de su creador dejando frente a su féretro las más desgarradoras notas de dolor.
José Antonio Ciriaco de la Cruz, el amado esposo, devoto padre sentado al frente del cadáver del amor de su vida lloraba desconsolado, mientras José el hijo mayor y Adalberto abrazaban el ataúd hasta enjugar el rostro de la madre con sus inagotables lagrimas. Se aferraban abrazando a todo el que les presentaba sus condolencias contagiando con sus sollozos hasta al más duro de corazón.
Familiares y amigos se desprendieron desde toda la provincia y hasta del exterior para dar el ultimo adiós a Mariana Quintana de Ciriaco. Cuentan sus parientes que en sus días de agonía un día dijo llorando que ella “nunca quería hacerle daño a nadie” haciendo llorar a los que le escuchaban y le respondieron ¡pero Mariana usted siempre estaba buscando el bienestar de todo aquel que estuviera cerca de usted!
Este es el ejemplo de vida que necesita el mundo de hoy. Aunque parezca una antigua historia, hasta hace pocos días Mariana continuaba viviendo para servir, por eso, no solo sus hijos, su esposo y parientes le amaron, sino también sus vecinos y todo aquel que escuchó sobre ella.
Gracias por su valioso tiempo a Mildred Burgos Capellán