Mujer se lava las manos 300 veces por día

Julia se dio cuenta que algo estaba pasando más o menos hace dos décadas. Trabajaba como técnica de laboratorio y a menudo estaba en contacto con muestras de orina, materia fecal y sangre, éstas últimas para hacer tests de HIV.

Comenzó a lavarse las manos con mayor frecuencia, por miedo a la contaminación y aunque sospechaba que había desarrollado un Trastorno Obsesivo-Compulsivo (TOC), no buscó ayuda. 

«Pensé que podía salir sola del lavado obsesivo», recuerda Julia. Pero su situación empeoró notablemente. Perdió su trabajo ya que su obsesión hacía que llegue tarde, y necesitaba encontrar alguna alternativa para mantenerse económicamente. En un momento estuvo tan desesperada que escarbaba en los tachos de basura de sus vecinos para encontrar algo que pudiera vender. Al poco tiempo había juntado una colección de basura que le ocupaba el departamento de dos habitaciones que compartía con su madre.

La cosa se puso tan mal que su mamá tenía que dormir en el hueco de la escalera. Al final, según dice Julia, la situación la llevó al lado contrario y se puso tan furiosa que no se bañó por tres meses.

En 2009 Julia llamó finalmente al la Asociación de Salud Mental de Singapur. «Estaba a punto de suicidarme», declaró la mujer. «La Asociación me ayudo a encarrilar mi vida». 

Sin embargo, el tratamiento no le duró mucho, y luego de unos meses Julia empezó a faltar a las citas de la Asociación y su situación volvió a empeorar. Por suerte, un consejero de la Asociación intervino y con ayuda de sus amigos y familiares lograron internarla. 

Hoy en día, Julia sigue bajo tratamiento y dice que ya retomó el control de su vida. Sin embargo el proceso de cura definitiva es largo y todavía sigue lavándose las manos varias veces por hora.