Plaza Independencia y Catedral San Felipe: Íconos de Historia y Cultura
Pocos lugares marcan al vacacionista de Puerto Plata, como la Catedral San Felipe y la Plaza Independencia. Dos lugares icónicos de la provincia, testigos de antaño, historia y cultura de la Novia del Atlántico.
Ubicados en el corazón de la ciudad, la catedral y el parque central, como también se le conoce, han sido durante décadas, el punto de encuentro de los puertoplateños, a la sombra de las arboledas del parque, entre los apacibles cantos de la Catedral.
La Iglesia San Felipe, fue fundada en 1502, en plena época colonial. Sin embargo en 1863, fue víctima del “incendio patriótico” de la Restauración. Fue construida nuevamente en 1879 gracias a los trabajos del presbítero Pedro Tomas de Mena. Para 1929, fue reconstruida, con la estructura que hasta hoy sobrevive.
En 1999, la Iglesia San Felipe, es ascendida a Catedral y diócesis de Puerto Plata. Su estilo arquitectónico conserva el diseño de la fachada original hecha en madera y zinc. Es el centro principal de los fieles católicos en la provincia y sus edificaciones transmiten paz y sosiego a quienes la visitan.
Por su parte la Plaza Independencia data del 1879, como regalo del ilustre héroe puertoplateño Gregorio Luperón en su gobierno con sede en Puerto Plata. Inicialmente estaba adornada con las emblemáticas carolinas, que desaparecieron con la más reciente remodelación.
El también denominado Parque Central, se halla en la misma ubicación que la Catedral junto a la cual conforma el ícono más representativo de la provincia. En su centro se encuentra la glorieta; un quiosco en madera y concreto, réplica de la original construida a fines del siglo XIX por el arquitecto inglés Roderick Arthur, en el característico estilo victoriano.
La glorieta que fue demolida y sustituida por una construcción en concreto, durante la dictadura trujillista; fue luego reemplazada por la actual, construida por los ingenieros Carlos Camilo Hurtado y Humberto Mera. Uno de los mas curiosos atractivos del parque, son los cientos de palomas que viven en la plaza, estas no temen en absoluto a los ciudadanos y provocan toda una revolución por unos pedazos de pan, momento en que turistas y lugareños aprovechan para inmortalizarlas con sus cámaras.
Estos dos representativos lugares, guardan una íntima estrechez, no solo su ubicación común, sino porque, el uno sin el otro, sería huérfano.
La antigüedad tanto de la catedral como del parque, nos obligan a apreciar su importancia y por supuesto a entender la necesidad de preservarlos como parte identitaria de nuestra provincia.
Ambos elementos entraron en la lista de monumentos y lugares históricos que hicieron a Puerto Plata, merecedora de la declaración de la UNESCO, de Patrimonio Cultural de la Humanidad en 1992. Lo que añade mas honores, a la tierra preciosa de Luperón, la eterna prometida del Océano Atlántico, la tierra en que nacimos.