¿Por qué los gemelos se parecen tanto, pero no son exactamente iguales?
No sé si os ha pasado, pero siempre que conozco a unos gemelos (y ya pueden ser idénticos, calcados, como dos gotas de agua) me dicen que, en realidad, no se parecen tanto. Y lo peor de todo es que cierto. No son diferencias obvias y menos para quien no está acostumbrado, pero están ahí.
Aunque no debería de pasar, ¿no? Al fin y al cabo, si todas las células de sus cuerpos tienen el mismo ADN, ¿no deberían ser exactamente iguales? En realidad, no. Y la clave de todo este misterio está en la forma en que nuestros genes “se expresan”.
Historia de dos palacios
Una vieja historia cuenta que, por el capricho de un emperador ególatra y un poco desnortado, dos arquitectos tuvieron que construir exactamente el mismo palacio en lugares diferentes del Imperio. Los planos, por tanto, serían los mismos. Pero no podrían hablarse, ni comunicarse de ninguna manera. Tampoco podrían mirar la obra del otro, ni guiarse por nada más que su buen hacer y las indicaciones del monarca.
EL EMPERADOR QUISO MOSTRAR SU GRANDEZA HACIENDO DOS PALACIOS EXACTAMENTE IGUALES EN LAS DOS PUNTAS DEL PAÍS
Cuando acabaron ambas obras, el emperador pidió al pintor de la corte que fuera e hiciera dos cuadros con la idea de mostrar a todo el que pudiera que su imperio era tan poderoso que era capaz de crear exactamente lo mismo en lugares completamente distintos. Ese sería su sello.
Un par de meses después, el pintor apareció con dos cuadros enormes que mostraban dos edificios distintos. Y, claro, el emperador montó en cólera. ¿Cómo era eso posible? Los mismos planos, las mismas instrucciones estilísticas, los mismos bocetos iniciales, pero, aunque se parecieran, no eran el mismo palacio.
CONTRA LA VOLUNTAD DEL EMPERADOR Y PESE A LA PERICIA DE LOS ARQUITECTOS, LOS PALACIOS NO PODÍAN SER IGUALES
La forma de resolverlo fue modélica. O, al menos, todo lo modélica que puede esperarse de un déspota medieval: el Emperador los mató con sus propias manos, los desmembró y mandó esos trozos a todas las esquinas del imperio.
La vieja historia acaba con una moraleja. No somos muy de moralejas aquí en Xataka, pero al fin y al cabo por ella he empezado a contar la historia: los dos palacios no podían iguales. Los materiales disponibles, el terreno elegido, las necesidades climáticas y, qué sé yo, el azar, hicieron, hacen y harán imposible que ambos edificios sean iguales.
Los planos de la vida
Salvando las distancias, el ADN son esos planos. Cada célula de nuestro cuerpo los tiene, pero a excepción de un puñado de genes que se expresan en todas las células, cada una tiene una función determinada y solo ‘ejecuta’ las partes del ADN que son necesarias para esa función. La diferenciación celular consiste básicamente en ‘decirle’ a cada célula qué trozo del ADN debe leer, transcribir y expresar.
EL MAYOR FACTOR DIFERENCIAL ENTRE NOSOTROS ES TODO LO QUE NOS RODEA
Y las células hacen lo que pueden. Creedme, no es sencillo ser una célula. Dependiendo de la nutrición, la salud, las necesidades fisiológicas y un largo etcétera las células toman decisiones “propias”, como los arquitectos. Habrá unos gemelos más gordos que otros, los habrá con un poco más de pelo y con una complexión física mejor.
Es así: la interacción con el entorno (desde la alimentación neonatal a la exposición a químicos) nos hacen seres distintos. No mucho, también es cierto, porque las células son terriblemente buenas. Pero sí lo suficiente.
Una manera de hablar, una forma de expresarse
Este mismo año, un grupo de científicos japoneses descubrió que pasar largas estancias en el espacio cambia la expresión de nuestros genes. Tras analizar folículos de un buen número de astronautas, llegaron a la conclusión de hasta cuatro genes vinculados a la alopecia aumentaron su efecto durante las estancias en entornos de microgravedad.
SOMOS UNA LARGA CONVERSACIÓN ENTRE NUESTROS ANCESTROS, EL MUNDO Y EL AZAR
El caso de los astronautas es curioso y da una pista de lo que relativamente sencillo que es que cambie la expresión de nuestros genes. Pero, y esta es una de mis partes favoritas, incluso si fuéramos capaces de conseguir que dos gemelos vivieran en exactamente el mismo entorno y tuvieran exactamente los mismos estímulos, tampoco serían iguales.
El ruido estocástico, el azar, juegan también un papel en todo el proceso. En definitiva, lo que somos es una larguísima conversación entre nuestros ancestros, el mundo que nos rodea y el azar. Eso es lo que nos hace únicos, aunque los demás no puedan apreciarlo.