Las mujeres que más cantidad de butóxido de piperonilo (BOP) habían respirado, tuvieron bebés que obtuvieron 3,9 puntos menos que el promedio en un test de desarrollo a los 3 años (el resultado normal es de 85 puntos o más). Esos cambios fueron similares a los observados en niños con baja exposición al plomo, indicó Megan Horton, investigadora de la Columbia University y coautora del estudio.
“Eso quiere decir que a estos bebés no les irá tan bien en la escuela“, dijo Horton sobre el estudio publicado enPediatrics.
El cerebro del bebé es extremadamente vulnerable a las sustancias químicas tóxicas porque está en formación. “Si se altera la huella dactilar, aparecen consecuencias de largo plazo”, señaló Horton.
El equipo analizó muestras de aire del ambiente en el que vivían cientos de embarazadas para identificar los niveles de BOP y otra sustancia química llamada permetrina. Ambas sustancias son componentes de los insecticidas de uso doméstico.
La permetrina no estuvo asociada con las habilidades mentales de los bebés, pero entre las 42 mujeres que habían respirado los niveles más altos de BOP (unas 4 partes por trillón), casi la mitad tenía un bebé con un desarrollo mental por debajo del normal. Eso a diferencia de apenas una de cada cinco mujeres expuestas a niveles bajos o indetectables de BOP.
Aun así, los resultados no prueban que el BOP cause el retraso del desarrollo. Según Horton, se desconoce la cantidad promedio de BOP en el aire y si los niveles bajos son seguros. “Es probable que para estas sustancias tóxicas no exista algo así como un nivel seguro durante el embarazo”, sostuvo el doctor Philip Landrigan, director del Centro de Salud Ambiental Infantil de la Escuela de Medicina de Mount Sinai, quien no participó del estudio.